VIAJE AL INTERIOR DEL CEREBRO PARA AFRONTAR LA FIBROMIALGIA.
Los investigadores buscan un biomarcador a partir de las moléculas que intervienen en la neuroinflamación que se observa en estos pacientes
La fibromialgia (FM), cuyo síntoma principal es dolor musculoesquelético crónico y generalizado, parece una enfermedad "invisible": no altera ningún parámetro analítico ni de imagen, ni complementario. Por esa razón, el paciente tarda una media de 2 a 3 años en obtener un diagnóstico. No hay ninguna prueba confirmatoria de la enfermedad.
Las esperanzas están puestas en los estudios de resonancia magnética funcional que permiten observar en estos pacientes múltiples áreas cerebrales activadas que no se aprecian en los sujetos sanos y que nos dan información sobre la posibilidad de un cuadro de neuroinflamación. Al aplicar estímulos dolorosos, se observa que activan más áreas cerebrales y con umbrales de dolor más bajos.
La investigación está centrada en las diferentes moléculas que intervienen en dicha neuroinflamación y en la posibilidad de que alguna de ellas pueda servir de biomarcador para esta enfermedad.
Si bien todavía no se disponen de marcadores biológicos para establecer el diagnóstico de fibromialgia, un estudio publicado en la revista médica «The Lancet» en 2019 identificó una lista de potenciales candidatos a partir de diferencias moleculares que pueden asociarse a la enfermedad.
El dolor crónico sistémico, no localizado, ha hecho que la fibromialgia se haya asociado con el sistema nervioso central. La hipótesis del estudio era que esa asociación con el sistema nervioso central podría verse reflejada en el microbioma intestinal, dada la existencia demostrada del eje intestino-cerebro, señala la revista neurologia.com en un análisis del informe. Explica que los investigadores encontraron en los pacientes una reducción de las bacterias que se encargan de degradar el glutamato, asociado a procesos inflamatorios y dolor. «Unas bacterias pueden degradar este glutamato a otra molécula denominada GABA, que actúa como inhibidor del dolor, y son precisamente estas bacterias las que se han encontrado disminuidas en pacientes de fibromialgia.
En todo el largo periplo que sufre el paciente hasta dar con el origen de su dolor, los síntomas que padece pueden a menudo confundirse con los de otras enfermedades. Además de dolor generalizado, y fatiga crónica, también cursa con afectaciones del estado de ánimo (como depresión y ansiedad), insomnio y quejas cognitivas (como pérdida de memoria y dificultades de concentración).
Por eso esta patología se asocia comúnmente a enfermedades como las reumáticas; neurológicas (enfermedad de Parkinson o la esclerosis múltiple), endocrinas/metabólicas (enfermedad de Hashimoto), con algunos trastornos mentales (depresión mayor o trastorno de ansiedad generalizado) y con enfermedades como la covid persistente o el síndrome de fatiga crónica (SFC). Esta última tiene una sintomatología muy similar y muchas veces cursan a la vez. De hecho, el 29% de los pacientes diagnosticados de síndrome de fatiga crónica también tienen el diagnóstico de fibromialgia.
Sin embargo, cada una tiene sus propias características. Mientras el SFC (Síndrome de Fatiga Crónica) se caracteriza por la presencia de una fatiga inexplicable durante al menos 6 meses, entre otros síntomas, y se ha asociado con la presencia de infecciones, la fibromialgia es un síndrome de dolor crónico generalizado (que dura al menos 3 meses) sin causa aparente.
Así las cosas, la demora en el diagnóstico puede llegar hasta los seis años. Existen estudios muy esclarecedores en este sentido que ponen de manifiesto que, efectivamente, un diagnóstico precoz reduce el coste sanitario de estos pacientes a la vez que mejora el pronóstico de la enfermedad.
Cada vez son más los estudios que evalúan la eficacia de la neuroestimulación o neuromodulación para el tratamiento de esta patología. Los resultados son prometedores, según Noelia Samartin, investigadora junto a María Teresa Carrillo de la Peña, para el proyecto europeo Painless, que coordina el grupo Cerebro y Dolor de la Universidad de Santiago de Compostela.
Ambas psicólogas estudian casos de fibromialgia, neuropatías o migrañas incapacitantes con pacientes a los que se les aplicará un tratamiento innovador de neuromodulación cerebral.
«Los pacientes con dolor crónico procesan los estímulos dolorosos de manera más intensa y, además, perciben como dolorosos estímulos que no lo son. Estas alteraciones en la sensibilidad se acompañan con alteraciones en la actividad neuronal cerebral. Por lo tanto, se espera «normalizar» esta actividad neuronal utilizando la neuromodulación y, de esta manera, reducir su sensibilidad alterada», señala Noelia Samartin.
La neuroestimulación abarca un conjunto de técnicas no invasivas que se basan en la modulación de la actividad de las neuronas. La estimulación magnética transcraneal repetitiva (EMTr) utiliza campos magnéticos y la estimulación eléctrica transcraneal (tES) utiliza corriente eléctrica.
Ambas son una esperanza para los pacientes con fibromialgia «ya que la mayoría de las terapias disponibles hasta el momento –señala-, tienen una evidencia escasa». En 2017, un comité de expertos de 12 países determinó que el abordaje multidisciplinar es la mejor opción para tratar la fibromialgia, dando prioridad a los tratamientos no farmacológicos (ejercicio físico, terapias psicológicas, terapia física) y utilizando los fármacos como segunda opción.
FIRMADO HELDA MILLA.
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