ASÍ ES EL TUMOR CEREBRAL DEL PEQUEÑO ÓLIVER. LLEGARÁ A ESPAÑA HOY MIERCOLES.

El niño con un grave tumor cerebral que reside en México y cuyo traslado a la península ha pagado un héroe anónimo, un empresario español que prefiere quedarse en el anonimato, está previsto que aterrice sobre las 14.00 horas del miércoles en el aeropuerto de El Prat.

Los padres lo llevaron al hospital el pasado 13 de octubre en México, al notar que le costaba andar, estaba apático, débil y había perdido el apetito. Tras realizar varias pruebas, concluyeron que Oliver tenía un tumor cerebral en la fosa posterior y también hidrocefalia, es decir, acumulación de una cantidad excesiva de líquido cefalorraquídeo en el cerebro.

El estado de Oliver empeoró notablemente en cuestión de días, hasta el punto que dejó de comer, hablar y caminar, por lo que le extrajeron de urgencia el líquido que presionaba su cerebro y le hacía perder funciones cognitivas.

El pequeño será atendido en el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, es un hospital pediátrico de referencia en España y Europa, y el centro realizará nuevas pruebas al menor cuando llegue procedente de México para confirmar el diagnóstico, que se ha ofrecido a tratar al pequeño después de que la sanidad mexicana diera su caso por perdido. Según ha informado la familia, Óliver sufre un tumor de grado III en la fosa posterior del cerebro. A causa de la tumoración, el niño de dos años presentaba también hidrocefalia, es decir, acumulación de una cantidad excesiva de líquido cefalorraquídeo en el cerebro, una complicación de la que ya ha sido operado.

Este tipo de tumores se localizan en un espacio pequeño del cráneo, la fosa posterior, donde se encuentran estructuras nerviosas fundamentales, como el cerebelo, el mesencéfalo, la protuberancia, el bulbo o las raíces de los pares craneales.

Una de las complicaciones habituales que generan este tipo de tumores es el bloqueo del flujo de líquido cefalorraquídeo, lo que puede ocasionar, como en el caso de Óliver, un aumento en la presión sobre el cerebro y la médula espinal.

Algunos de los síntomas comunes de los tumores de la fosa posterior son: somnolencia, dolor de cabeza, falta de equilibrio, náuseas, vómitos y marcha descoordinada.

Además, dependiendo de las estructuras dañadas por la tumoración, también pueden aparecer: pupilas dilatadas, problemas oculares, debilidad de los músculos de la cara, pérdida de audición, pérdida parcial de la sensibilidad en la cara, problemas del sentido del gusto o inestabilidad al caminar.

La mayoría de los tumores de la fosa posterior se extirpan quirúrgicamente, incluso cuando no son cancerosos ya que la presión que pueden ejercer sobre estructuras clave para el sistema nervioso central es peligrosa. Hay que resecar toda la masa tumoral que se pueda. Si fuera necesario hacer biopsia, se hace durante la misma intervención.

Además de la cirugía, dependiendo del tipo y la localización del tumor y de la cantidad de tejido que pueda eliminarse con la intervención, también pueden llevarse a cabo otros abordajes terapéuticos, como la radioterapia o la quimioterapia.

En estos casos, hoy día se recomienda el uso de la protonterapia, porque, aunque puede tener la misma efectividad que la radioterapia, es una técnica más protectora, además se debe tener en cuenta las secuelas de estos pacientes a largo plazo, ya que al curarse tienen toda la vida por delante y hay que minimizar la huella oncológica.

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